Paseando con mi perro.

Después de algo malo siempre vendrá algo bueno y viceversa, pero no os dejéis sugestionar por esas ideas, no sirven para nada. Haced lo que os mueva el corazón y os desarrolle el pensamiento; dejaros guiar por las emociones, sin tener ningún miedo al fracaso, pues no se puede fracasar en algo que no se realiza.

No os asustéis por el dicho de que «vida solo hay una»: ¡vida hay miles! Cada vez que te despiertas de un largo sueño es una nueva, un buen momento para olvidarte de lo de ayer y vivir el presente.

Sé que una vez dije que el presente era un error de palabra por su polisemia, pero no, no lo es; tiene dos significados y los dos están ligados: el presente es hoy y también un regalo.

Que no os atormenten con ideas optimistas, ni pesismistas, no haced caso a los extremos. Dejaros guiar por lo que no tenga significado, pero para ti sea lo más emocionante del mundo.

«Y cuando ya no quede nada», como decía Francisca Aguirre, lloraremos y nos lamentaremos del pasado pero brillaremos, como esas lágrimas de tristeza que se desgarran del alma y buscan un nuevo camino. Estos momentos son necesarios, nos hacen aprender y darle sentido a nuestra vida.

No os guardéis la tristeza, no somos un una caja, somos un corazón, palpitante, sin cuerpo, solo alma, que en cada pálpito derramamos al universo sangre de emociones. (Perdonadme por estas palabras tan violentas.)

Alejaos de aquellos que miran con malos ojos lo que hacemos, de aquellos jueces sin cátedra que opinan con desprecio de todo, sin ver lo bonito que es hacer algo con ilusión impulsada por un deseo.

Y para ir terminando ya de este torrente de emociones que se me ha ocurrido mientras daba un paseo con mi perro: VIVID, siempre desde el respeto a lo demás y el propio. Haced lo que os plazca, mateniendo la premisa anterior. Y no vivas la vida con la presión de que vida solo hay una, hay miles y cada uno es libre de malgastarla como quiera. Libera tus emociones: ¡LIBÉRATE!

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